
Extremadura y Portugal son dos regiones transfronterizas que comparten más elementos que los separa. Su historia, sociedad y economía tienen más elementos comunes de lo que se puede esperar y sus sectores productivos son prácticamente gemelos, así como los recursos naturales. Desde la creación de la Unión Europea, lo que era una frontera se convirtió en una puerta a la colaboración tanto económica como social, y la minería y los yacimientos no quedan al margen de esta ecuación.
Si bien ambas regiones han ido de la mano en la legislación, explotación y transformación del litio, con los nuevos yacimientos de tierras raras se abre una nueva oportunidad de desarrollo con la explotación de estos minerales. Quien controle estos elementos dominará la industrial del futuro.
Donald Trump no sólo quiere hacerse con las reservas de tierras raras con su intento de anexión de la isla de Groenlandia, que podría contener hasta el 25% de todos los recursos del mundo, o con la cesión por parte de Ucrania de sus yacimientos; sino que aspira a controlar toda la cadena de suministro para asegurarse así una independencia energética de países como China.
La situación geopolítica actual, y el empeño de EEUU en controlar las zonas donde hay este tipo de yacimientos, hacen que los demás países aspiren a su soberanía energética, y eso pasa por el control de estos minerales que son clave en sectores como la electrónica, la energía renovable y la industria automotriz.
Cuatro minas en el Alentejo portugués
Según MiningWatch Portugal, una red de monitoreo independiente sobre la industria extractiva en Portugal, el Alentejo portugués cuenta con una importante historia minera, y tiene al menos cuatro yacimientos de tierras raras en la frontera con Extremadura. En concreto, están ubicados en Monforte-Tinoca, Assumar, Crato -Arronches y Penedo Gordo.
En Monforte, la empresa Iberian Resources Portugal ya cuenta con el contrato de prospección e investigación para este yacimiento, donde además de tierras raras, cuenta con minerales como oro, plata, plomo, zinc, tungsteno/wolframio o estaño.
Esta misma compañía, en Assumar, también tiene la solicitud de prospección e investigación del yacimiento que también posee estos minerales, a la que se sumaría el contrato de prospección e investigación para Crato y Arronches.
El yacimiento de Penedo Gordo, cuenta con la solicitud de prospección e investigación a cargo de la empresa Acúrcio Henriques Parra, donde hay constancia de la existencia de tierras raras, pero también de circonio, hafnio, titanio, niobio, tantalio, itrio, escandio, además de otros minerales.
Estos yacimientos lusos son muy similares a los que Extremadura podría albergar, hasta cuatro localizaciones clave de este tipo de minas podrían situarse en la región, concretamente en Los Ibores, Campo Arañuelo, Alía, Burguillos del Cerro y Almendralejo.
Grandes similitudes del terreno
A este respecto, el delegado del Colegio Oficial de Geólogos en Extremadura, Francisco Fernández, ha destacado en declaraciones realizadas a elEconomista.es que en Extremadura, así como en Galicia y Salamanca, hay claros indicios de yacimientos de tierras raras, según los estudios realizados por distintas empresas y por el Instituto minero de España, pero «del yacimiento en Ciudad Real es del que más conocimiento hay».
Frente a los yacimientos en el Alentejo portugués, que ya tienen o contratos de explotación o cuenta con la solicitud de prospección e investigación, el geólogo destaca que es «algo muy positivo para Extremadura porque los yacimientos mineros se sitúan por similitud del terreno, al igual que ocurre con otros minerales como el litio». Por tanto, según Fernández, esta zona del oeste de la Península Ibérica es «favorable» para estas reservas.
No obstante, Francisco Fernández ha incidido en que aunque «sería muy favorable» para la región, al igual que sucede con cualquier proyecto industrial, hasta el momento «los términos hoy son desconocidos, pues no se conocen los yacimientos, ni las reservas ni el tratamiento metalúrgico» para su explotación.
El geólogo ha insistido además en que, aunque el interés en este tipo de minería está desde los años 70-80, «es en las últimas décadas cuando la demanda se ha disparado gracias al boom de las nuevas tecnologías que utilizan estos elementos, máxime en las últimas semanas con las noticias de Ucrania».
El de Portugal y Extremadura se trata, por tanto, de un potencial que nadie podía imaginar. Un total de ocho yacimientos en dos regiones fronterizas que han ido de la mano buscando su desarrollo social y económico, y que, en el caso de aspirar tanto a la explotación, como extracción y al resto de la cadena de suministro, otorgaría a esta zona conocida como la raya luso-extremeña, una posición estratégica dentro del mercado de estos minerales que han cobrado un protagonismo inesperado en el tablero geopolítico mundial.