
- Las exportaciones están subiendo a ritmo de entre un 20% y un 40%
- Estados Unidos es el segundo mayor cliente de aceite y vino
- Los agricultores reclaman una respuesta al Gobierno y a la Unión Europea
«Estamos adelantando los stocks para tener producto en Estados Unidos y sortear en la medida de lo posible los aranceles. No descartamos incluso envasar allí». El director financiero de Deoleo, Enrique Weickert, dio la semana pasada ya la señal de alarma durante la presentación de los resultados anuales de la compañía. Para Deoleo, propietaria de marcas como Carbonell o Bertolli, el mercado estadounidense es clave. Pero no es la única empresa afectada. Tanto las aceiteras como el sector del vino están adelantos los envíos, con aumentos que, según los casos, se sitúan entre el 20% y el 40%.
Aceite de oliva y vino son, de hecho, los principales productos alimentarios exportados desde España a Estados Unidos. Las ventas de aceite alcanzaron, en concreto, los 1.013 millones de euros y las de vino 334 millones más, lo que convierte al mercado norteamericano en el segundo mayor cliente en términos de valor en 2024. El problema es que, frente a lo que ocurre con el vino, para lo que sí que hay una producción local, Estados Unidos apenas tiene capacidad para producir aceite y, según denuncian en sector, los aranceles solo servirán para encarecer el producto en un momento en el que todas las instituciones están apuntando a la necesidad de incrementar su consumo para mantener una dieta saludable.
«Estados Unidos tiene una producción muy pequeña, fundamentalmente en California. Apenas produce el 1% del aceite que consume por lo que sería ilógico que se aprueben aranceles. Es cierto que hay preocupación en el sector por una posible guerra comercial, pero sería ilógico. Todas las grandes instituciones norteamericanas, como la Universidad de Harvard, están defendiendo el consumo de aceite de oliva como producto saludable y si se imponen aranceles lo único que se va a conseguir es encarecer el producto y perjudicar a los consumidores», explicaba en una entrevista con elEconomista.es Jaime Lillo, director ejecutivo del Consejo Oleícola Internacional el pasado 11 de febrero. Tras dos malas cosechas, las previsiones apuntan a que este año se recuperará la normalidad y España sumará una producción de cerca de 1,3 millones de toneladas, lo que equivale prácticamente al 40% del total mundial. Teniendo en cuenta que Estados Unidos es el segundo consumidor mundial, nuestro país sería el más afectado.
Pero temor se extiende o solo entre las empresas, sino también entre las organizaciones agrarias, que advierten de que puede provocar un freno a la exportación española. «Aunque previsible, no es una buena noticia ni para el aceite, ni para la aceituna de mesa, el vino y, en menor medida, otros productos agrícolas. Es una nueva losa que se suma a la subida de los costes. El Gobierno de España y la Unión Europea tienen que adoptar medidas diplomáticas y comerciales para mitigar el efecto y que la repercusión sea lo mínimo posible», ha asegurado Miguel Padilla, secretario general de COAG.
Trump pide disfrutar a los agricultores
El presidente de EEUU anunció ayer que impondrá aranceles a las importaciones de productos agrícolas a partir del próximo 2 de abril. «A los granjeros de los EEUU: preparaos para empezar a hacer un montón de productos agrícolas para venderlos dentro de los EEUU. Habrá aranceles a los productos externos a partir del 2 de abril. ¡Disfrutad!».
El anuncio se suma a una lista gigantesca de amenazas arancelarias. A las ya previstas contra México y Canadá, que han entrado ya en vigor, se unen así los prometidos a China, a coches, acero y chips, y a todos los países que apliquen el IVA, es decir, a prácticamente todo el planeta. Toda esa avalancha de aranceles debería entrar en vigor ese 2 de abril, y Trump ha prometido que esos impuestos se sumarán los unos a los otros, por lo que, si cumple su amenaza, los tipos finales pueden ser gigantescos.