
Una posible paz en Ucrania está haciendo soñar a los inversores
Las promesas de los objetivos de suministro relajados están siendo clave
Pese a todo los expertos ven un año difícil y con precios muy elevados
Europa ha recibido un gran alivio en los últimos días. Las caídas del 7% en el precio del gas el pasado miércoles han confirmado un desplome generalizado de más de 24% desde máximos de febrero, cuando el precio del megavatio hora llegó a superar los 58 euros. Ahora, tal y como indican los contratos cotizados en la bolsa de Ámsterdam (TTF), los precios ya han descendido hasta rozar los 40 euros. Este abaratamiento supone un gran alivio para un mercado roto por una sucesión de problemas que han ido aplicándose desde noviembre y que han cristalizado en unas reservas mucho más vacías de lo que estaban el año pasado. Ante este panorama y con el imperativo de llegar al 90% de llenado para noviembre, las compras europeas se han disparado, elevando los precios de forma crítica. Ahora se produce un alto en el camino por cuatro grandes motivos: Ucrania, los objetivos europeos, el tiempo y los ‘especuladores del gas’.
Cabe destacar que estas recientes caídas suponen un alivio frente a los elevados precios que se llevan sucediendo, pero no dejan al gas europeo en una situación relajada respecto a años anteriores. El precio del megavatio hora es ahora mismo un 80% superior al que se daba por las mismas fechas en 2024. Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo ahora ha habido una sucesión de factores bajistas que están dando algo de alivio dentro del rally que se lleva viviendo durante meses.
El factor Ucrania
Desde Timera Energy atribuyen los recientes movimientos a «una corrección tras el aumento previo». En ese sentido destacan «las negociaciones de un alto al fuego entre Rusia y Ucrania» como elemento clave. Sin embargo, si bien este factor fue el desencadenante de las grandes alzas de 2022 donde se llegaron a ver precios de 300 euros el megavatio. La realidad es que este factor, si bien está haciendo soñar a algunos inversores con un gas ruso volviendo a cruzar los gasoductos de Ucrania hacia Alemania, Austria y República Checa, la realidad es que esto es un sueño que ni siquiera la paz garantiza.
«Es poco probable que se produzca un aumento de las importaciones lo suficientemente sustancial dado que hay fuertes obstáculos políticos, dando que dirigir fondos a Moscú seguirá siendo algo tóxico para la UE», comentan desde Timera. Por su parte la consultora señala también que «ahora los gobiernos se mostraran cautelosos por establecer una dependencia energética y Rusia». Desde Tempos Energía añaden que, en cualquier caso, la paz es algo que puede afectar a los precios pero no tener un impacto a corto plazo en el mercado dado que «cualquier pacto tardaría meses en concretarse y no está claro que el suministro perdido puede volver».
Desde ING por su parte sí que opinan que esto tendría un peso capital pues ven opciones de que el gasoducto cerrado el día 1 de enero, el Soyouz, que pasa por Ucrania, vuelva a operar. «Está claro que el mercado está comenzando a incorporar en los precios estas perspectivas de paz que incluya la reanudación de esta infraestructura. Si esto sucede, cambiará significativamente las perspectivas del mercado».
Sin embargo desde Timera indican que «hay un mar de conflictos legales que resolver con Gazprom tras la paz, por ejemplo los 13.000 millones de euros en daños a Uniper sin pagar y otros casos como los de RWE, Engie y Eni». Procesos que aún están en curso y que podrían complicar todavía más la vuelta en el corto plazo de la energía rusa al Viejo Continente.
La flexibilización de las reservas, la clave
Sin embargo, las esperanzas en el final de la guerra se han mezclado con otro factor clave. La posibilidad de una flexibilización de los objetivos de compras de la UE. Actualmente los países deben llenar sus reservas del 90% para el 1 de noviembre de forma obligatoria de cara a estar preparados para el invierno. Este imperativo es un canto de sirena para un mercado que sube los precios y deja a los operadores sin margen para negociar pues no tienen alternativa a la compra. Ahora empiezan a surgir voces que se muestran a favor de unos objetivos más flexibles.
«La reducción de la demanda de inyecciones obligatorias alivia la presión sobre los precios de los contratos del verano» comentan desde Timera, con «una flexibilización de los mandatos que respalde una recuperación de los diferenciales invierno-verano». La UE ha reiterado su intención de dar más flexibilidad a los objetivos de almacenamiento, sin proporcionar un calendario específico, ni apuntar nada en relación a este año, «apuntando a una estrategia de dejar pasar el tiempo, con el fin de no tensionar al mercado», defienden desde Tempos.
Esta es una opción que ya está claramente sobre la mesa. Algunos países como Alemania han reconocido abiertamente que pedirán que se rebaje el objetivo. «Apoyamos unos requisitos de niveles de almacenamiento menos rígidos«, dijo un portavoz del Ministerio de Asuntos Económicos y Clima de Alemania. «Una mayor flexibilidad puede garantizar que la presión para llenar todas las instalaciones de almacenamiento de gas disminuye por igual y que las condiciones del mercado se normalicen», añadió el portavoz.
Actualmente los niveles de gas almacenados por la UE están al 39,93% mientras que el año pasado por estas fechas estaban al 61%.
En resumen, hasta ahora los precios de los contratos de verano se habían superado a los de invierno, un gran problema para el modelo europeo, pues ayuda que los operadores compren mucho estos meses aprovechando precios más bajos y así puedan ganar frente a los contratos de invierno más caros. Sin embargo esa relación se había roto, una señal que trajo preocupación en la UE, con Alemania abriéndose a subvencionar las compras para arreglarlo.
Actualmente los niveles de gas almacenados por la UE están al 39,93% mientras que el año pasado por estas fechas estaban al 61%. Una diferencia clave por un vaciado acelerado que se ha producido este invierno. Por lo tanto ahora llenar al 90% esas reservas se vuelve un objetivo mucho más ambicioso.
El clima y los especuladores del gas
Ucrania y la posibilidad de una mayor flexibilidad con los objetivos se ha mezclado con «un clima templado reciente que ha contribuido a la debilidad«, indican desde ING. Muchos inversores también han aprovechado este momento para romper sus posiciones largas, un movimiento de especulación de los inversores que ha sido clave. «Se ha producido una ola de ventas impulsada por los fondos de cobertura que hasta ahora habían mostrado resistencia en sus posiciones largas», señalan desde Tempos.
Todos estos factores aplican un alivio temporal pero crecen las dudas sobre si esto es algo sostenible. «Hasta ahora se trata de una corrección de precios, no de un punto de inflexión», comentan desde Timera. Eso sí, la consultora incide en que si bien una relajación en los requisitos de almacenamiento puede suponer un «gran alivio en 2025», pero «ni esto ni un acuerdo de paz pueden añadir volúmenes significativos para el mercado». Desde Tempos coinciden y alegan que «la posibilidad de nuevas caídas de precios parece cada vez más limitada, los suministros mundiales siguen siendo escasos».
Un 2025 muy difícil
Esta situación actual viene después de una conjunción de factores. En primer lugar un fenómeno meteorológico conocido como la Dunkelflaute, la calma oscura. Una situación en la que deja de haber viento y, por lo tanto, la producción eólica se desmorona, teniendo que compensar esta importante fuente energética con gas. Por su parte esto se ha mezclado con un invierno especialmente frío tras dos años templados y el final del último gasoducto que unía Europa con Rusia. Por ese último vínculo, el Soyouz, pasaban cerca de 15.000 millones de metros cúbicos. Una gran cantidad que tiene que sustituirse por contratos del mercado internacional de GNL.
Esto ha llevado a que esta misma semana la Agencia Internacional de la Energía hable de los múltiples problemas que pueden mantener elevado el precio del gas este año en Europa, independientemente de la relajación de las últimas semanas. «La relativamente baja cantidad de gas almacenado en la Unión Europea (unos 24.000 millones de metros cúbicos, o un 36% menos que el año pasado) está ejerciendo una presión alcista sobre los precios. Para cumplir los objetivos de la UE de llenar los depósitos antes del inicio del próximo invierno se necesitarán entradas de gas mucho mayores que en los dos años anteriores», comenta la institución.
En resumen, «en un momento de mayor incertidumbre geopolítica y económica, los sistemas energéticos europeos se enfrentan a un año difícil, ya que el continente sale de este invierno con niveles de gas almacenado inferiores a la media. Es poco probable que los mercados mundiales de gas empiecen a relajarse de forma significativa hasta bien entrado 2026, cuando una enorme ola de nueva oferta de GNL comenzará a llegar a los mercados internacionales». Se espera que estos nuevos proyectos de GNL (la mayoría de ellos en Estados Unidos y Qatar) entren en funcionamiento en un período de varios años, lo que aumentará la capacidad mundial de exportación de GNL en casi un 50% para 2030, si los proyectos siguen los cronogramas anunciados.
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